jueves, 25 de junio de 2009

Sónar 2009: hasta que el cuerpo aguante

Fuente: Terra

Gonzalo Izquierdo

Tras la tempestad llega la calma. Después de tres días de música ininterrumpida, la 16ª edición del Sónar vuelve a constatar que la música electrónica -en la acepción más amplia y heterogéna del término- es parte integrante de la cultura contemporánea. Conoce todos los detalles de un festival que, un año más, ha vuelto a cumplir las expectativas.

Los casi 80.000 espectadores que han transformado en una pista de baile continua el entorno del MACBA, el CCCB y la Fira Gran Via de la ciudad condal, convirtiendo en un éxito la última edición de un festival que, sin duda alguna, sigue siendo uno de los referentes internacionales en lo que a la denominada ‘música avanzada’ se refiere.

Apasionados de la electrónica y amantes de la fiesta han podido comprobar otro año más que el certamen barcelonés goza de buena salud, a pesar de algunos problemas puntuales y algunas voces críticas que afirman que ‘el Sónar ya no es lo que era’.

La magia de ‘The Wizard’ y la sorpresa de Luomo
Uno de los platos fuertes de la primera jornada fue el norteamericano Jeff Mills, que actuó a las cuatro de la tarde del jueves 18 con los ropajes de ‘The Wizard’. Y aunque la hora no fuese muy adecuada, más que en mago, Mills se transformó en chamán que transportó al público a la década de los ochenta en un irresistible set en el tuvieron cabida desde el funky y el Hip-hop hasta el ‘Tour de France’ de Kraftwerk.

El Sonar Complex (ubicado en el Convent dels Angels) acogió la actuación de Joe Crepúsculo vs. La Estrella de David y los Thelemáticos, que divirtieron a los -escasos- asistentes con su desprejuiciado tecno-pop de sabor añejo. El Institut FATIMA utilizó objetos de la vida cotidiana previamente manipulados para la creación de música electrónica.

Otra de las sorpresas del primer día tuvo lugar en el directo de Luomo (Vladislav Delay), que presentó su nuevo trabajo, ‘Convival’. Para la ocasión contó con la presencia de un enérgico Jake Shears, (vocalista de ‘Scissor Sister’), que hizo bailar a los presentes con temas como ‘If I Can’t’.

De entre los artistas de la ‘Red Bull Music Academy’, uno de los más destacables fue Jamie Woon, que ha sido remezclado por el hombre de moda, Burial. Su ’soul’ cálido con bases electrónicas fue un bálsamo sonoro para los que asistieron a su concierto en el Sonar Dôme.

Pero la tranquilidad duró poco: los congoleños Kokono nº 1 inundaron de sonidos africanos y percusiones endiabladas el escenario del Sonar Hall, sede de las actuaciones más experimentales. Visto lo visto, es comprensible que artistas como Björk hayan querido colaborar con un grupo que, a pesar de no ser muy conocido en Europa, lleva 25 años en activo.

La relativa decepción de La Roux
Entre las grupos y dj’s presentados por la BBC, Young Fathers fue el elegido para abrir la tarde del viernes en el escenario al aire libre del Sonar Village. A pesar de sus intentos, los componentes de este trío británico no lograron contagiar al respetable lo que, en principio parecía una propuesta estimulante: hip-hop vitalista concebido para dar botes que no hizo que el público moviese demasiado los pies.

El concierto de Quayola formaba parte de la cara más arriesgada -e interesante- del festival: experimentación sonora en la que las ondas de sonido eran proyectadas sobre las pantallas en hipnóticas formas visuales.

Una de las actuaciones más esperadas del día se saldó con una relativa decepción. Los ingleses La Roux, responsables del flamante ‘In For The Kill’, no despertaron excesivo entusiasmo, a pesar de la entrega de Eleanor Jackson y de su imposible peinado. En directo, la intensidad de su álbum de debut perdió bastante fuerza.

En el Espacio Demo del CCCB, los Wagon Cooking ofrecieron media hora de electrónica muy bailable que supo a poco a los asistentes que abarrotaban el -un tanto claustrofóbico- recinto.

El huracán Grace Jones arrasó en la primera noche
La primera velada del Sónar fue, sin lugar a dudas, la noche de Grace Jones. El español Nacho Marco caldeó el ambiente antes de la llegada de la diva jamaicana, que se demoró casi una hora sobre el horario previsto, trastocando planes (Little Boots se quedó en el tintero) y haciendo que el resto de actuaciones ‘cediesen’ media hora de su tiempo. Pero la espera valió la pena.

Con su nuevo disco bajo el brazo, la Jones compareció ante los espectadores y en apenas diez minutos ya se los había metido en el bolsillo con su magnética presencia, su simpatía pasada de rosca y sus ademanes de diosa de ébano por la que parece no pasar el tiempo. Los temas de su reciente ‘Hurricane’ combinaron a la perfección con clásicos como ‘Nightclubbing’, ‘I’ve Seen That Face Before (Libertango)’ o ‘La vie en rose’. La cantante se cambió de tocado en cada canción y ofreció un espectáculo deslumbrante que finalizó con una veintena de espectadores subidos al escenario. Sólo por esto muchos dieron por amortizada su entrada.

James Murphy & Pat Mahoney, componentes de LCD Soundsystem, demostraron su buen gusto musical con una sesión deudora del ‘revival’ de la música disco. Late of the Pier, otro de los ganchos del cartel, cumplieron con su pop-rock guitarrero y electrónico, contentando a la parroquia de modernos que han convertido su ‘Fantasy Black Channel’ en disco de cabecera. Buraka Som Sistema, que presentó los temas de ‘Black Diamond’, ofreció un concierto tan contundente como su sesión del año pasado.

Y como viene siendo habitual, la apuesta segura de la noche fue Richie Hawtin, que ofreció un set demoledor ejecutado con la precisión de un maestro. Avasalladora máquina de Techno y Minimal ante lo único que se podía hacer era no parar de bailar.

Experimentación y ‘pachanga’ electrónica
La última jornada, el sello Raster Noton trajo consigo las apuestas más experimentales del certamen: desde Byetone, que acompaño su sonido milimétrico con proyecciones sobre las pantallas del escenario, como el reloj digital que iba sumando dígitos con cada ‘beat’, a Alva Noto, cuyo ‘Xerrox vol. 2′ resultó más accesible y menos ruidoso que la anterior entrega.

Desde primera hora de la tarde, el Sonar Village fue tomado por la panda del sello Ed Banger. James Pants, Bullion o Busy P. ofrecieron un ‘gazpacho’ sonoro en el que tuvieron cabida todo tipo de estilos musicales, desde reggae, música disco o temas de los Beatles, Justice o Daft Punk. En el Sonar Complex, el cantautor catalán Pau Riba estuvo acompañado por Mil Simonis en el escenario (y por pocas personas más en el resto del recinto).

Psicodélicos Animal Collective y tenebrosa Fever Ray
La noche del sábado trajo consigo la música eléctrica y electrizante de Animal Collective, grupo estrella de esta edición que no defraudó a sus seguidores pero que dejó un tanto indiferente al resto. Su personal propuesta, a camino entre el pop, el folk, el ambient y la psicodelia, consiguió emocionar a aquellos que se dejaron atrapar por sus atmósferas sonoras enlazadas sin pausa.

Después de Beardyman, el dúo inglés Orbital trató de rememorar su pasado glorioso con un show visualmente espectacular en el que sonaron todos los clásicos de su repertorio. Aunque puede que su mejor momento haya pasado (al igual que sucede con Underworld y los últimamente poco inspirados Chemical Brothers), por lo menos consiguieron hacer bailar a los miles de asistentes.

Con el pelo lacio y dos rayas negras verticales cruzando su anguloso rostro, Karin Dreijer Andersson demostró la calidad de su proyecto en solitario. Apoyándose en una puesta en escena decadente y misteriosa -lámparas decimonónicas con luces cálidas en un escenario sumido en la oscuridad, juegos con los haces de rayos láser-, los temas intimistas y oscuros de ‘Fever Ray’ sonaron con intensidad en el Sonar Pub, donde las primeras gotas de lluvia amenazaban con estropear la noche.

Crystal Castle: con ellos llegó el desastre
Pero la lluvia no fue el gran problema de la jornada: la actuación de Crystal Castles se fue al traste debido a continuos problemas de sonido que no se lograron solucionar durante todo el concierto. La organización hizo responsable del desaguisado a los técnicos del dúo canadiense liderado por Alice Glass, que demostró su temperamento (¿o se trató sólamente de una pose de artista ‘punkarra’?) intentando destrozar unos cuantos instrumentos del escenario.

Antes de la fallida actuación de los Crystal Castles, la sesión de Rustie fue otro de los ‘bluff’ de la noche, ya que fue incapaz de hacer bailar al público. El veterano Jeff Mills también sufrió problemas técnicos que hicieron que su sesión quedase deslucida y se viera interrumpida en numerosas ocasiones,

Después del español Tadeo, Moderat (o lo que es lo mismo, la fusión de Apparat y Modeselektor) presentó en el Sonar Club su disco de debut en un vibrante directo, bailable e introspectivo a partes iguales, apoyado en los estupendos visuales de Pfadinderei.

Vestido con su disfraz de ratón, Deadmau5 dio caña a un auditorio que, a esas horas de la madrugada, lo único que pedía era dejarse llevar por el ritmo de la música, que se prolongó hasta más allá del amanecer con las sesiones de Carl Craig y el español Henry Saiz.

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